17 de diciembre de 2011

Todo hay que mantenerlo.


Esta entrada es bien fea, lo sé incluso antes de escribirla, jaja. Todo tiene un final, todo incluso lo que parece infinito.

No entro mucho por este espacio que creé y creo que debo cerrarlo si no puedo mantenerlo. Quedará como un recuerdo; si miráis el archivo tanto la cantidad como la calidad de mis escritos ha descendido a niveles, uffff. Así que, os dejo, pero con un sabor muy agradable, deseándole no sólo felices fiestas a tod@s, sino una feliz vida.


Ahora música de despedida.

16 de diciembre de 2011

Sin saber qué decir.

No ha debido ser fácil contener mis brazos soñadores y rebeldes, ajenos a la realidad que vivías y hambrientos de jugueteos y ...; y esa tiranía infantil que desmontabas con risas se esfumó de un soplo maldito de madurez y .... !Ay Dios mío!, madre mía, déjame ser egoísta en este injusto día y aliéntame con tus manos cálidas, deja que repose el perfil de mi rostro en tu añorado regazo. Olvida a tus hijos, sé sólo mía este día, oh madre !cuánto te quiero!

Pierdo una lágrima si te sueño y regateo un beso. A veces sólo quiero parar en seco y dejarme llevar por lo dormido que acaba, pero no puedo y mientras lo planteo llego al no quiero y al puedo... Y es un círculo angustioso esta absurda vida que continúa para consumar un día.

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Parece como si no hubiese nunca llorado o reído, es como si no sintiese el frío que acusan a mis amoratados dedos, miro al infinito despreciando las primeras capas de seres, los primeros planos con vida, sin que suene el viento en mi abrigo, como si hubiese nacido por primera vez un cielo nublado, encapotado y gris donde muere el mar, le observo desafiando sentir una emoción y no.

No hay amor en mí, dónde y cuándo se marchó. Quizás no amé y fingí amar para saciar aquella carencia,  aquella parcela puerilmente recompensada con rutina y dominio. Tantos años acariciando una mentira, un inventado sueño.

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13 de diciembre de 2011

Cansando al corazón.

ES esta luna recostada en mi espalda; debe brillar tanto y estar creciendo pues noto que se recalienta y que pesa. No la veo ni aún girándome y pienso en ella mientras intento rozarla al vestirme, es imposible jalarle y atraerla al frente, si me mostrara su color quizás mis nubarrones se esfumarían, quién sabe,... 

Vamos re-escribiendo genes desde que usamos la razón, vamos dotándolos de esperanza y descifrando códigos encriptados. 

Despiertos con ojos de gatos vamos fotografiando las imágenes más impactantes y con los ojos tristes de un perro las asimilamos. Vamos cerrando los ojos al inspirar el olor de las rosas perecederas y afinando los oídos a los susurros más lejanos.

Vamos cansando al corazón para regocijarlo en el instante en que ve a la luna y se le marcha de su espalda manchándola, marcándola de sufrimiento al lado de un montón de trastos mal colocados.


9 de diciembre de 2011

Caprichos malditos.

Al contemplarte;

Soy sólo una viruta de tu talla, lascada y ondulada. Así me veo, así desde que sé de ti. Fascinada estoy por tu vida y tu muerte, por los caprichos malditos y emotivos del amor. Sentirlo todo así hasta desfallecer sin más censura que tu propio miedo, sin importarte el quiero o el puedo viviste y moriste rellenando tus venas de sentimiento y obra.
Destrozar tu obra, arrebatársela al mundo, que sencillez más admirada por mundana e insólita. Vacío sólo te ofrecería la gloria.





"A una de las mujeres que te amó".

1 de diciembre de 2011

Un pequeño relato sobre ....

Iba a presentar este modesto relato a un concurso pero como se me pasó de fecha, y a falta de inspiración, lo comparto con vosotr@s, espero os guste. Ay! voy a ponerle música, jeje. Esta vez al final. Rocío nos canta.

Sentada en esta arena que cubre la piel de mis pies descalzos, allá, en la lejanía del horizonte, el viento deposita las imágenes de mi niñez y adolescencia con el rubor que produce la nostalgia, el descaro de los impulsos que nos gobernaron y la tristeza que acartonó tu rostro mamá.
Allá, sin más límites que el infinito, camino; con la tranquilidad de un claro de luna, el miedo medido a lo desconocido, la confianza de la capacidad que innatamente adquirí y desde donde partí a combatir mi discapacidad.
Allí calzaré mis pies, hoy cansados pero ágiles y fuertes, decididos en esta soledad buscada de una lágrima muerta y devuelta a mis ojos, que no te lloran, te agradecen y embellecen tu cuerpo sutilmente reflejado sobre la calma del mar sonrojado y atardecido de un invierno más que vivo sin verte.
Ya no acaecerá otra tarde ofuscada e hiriente de ruegos por tenerte. No mamá, ya no te susurrará el viento mis plegarias porque he aprendido de ti a alisar el terreno abrupto y, mientras me voy tolerando y aceptando, rebusco en mi mente el placer con el que te recompensa el trabajo y la templanza que te aporta un amigo…
Y sigo. ¡Si me vieras!.
No volverá a pisar mi desnudez esta nuestra playa porque al fin, entre las líneas de tus palabras entendí que ser diferente no es más que una percepción del que te mira y que si sonrío es porque soy feliz.