28 de febrero de 2014

Sobrevivir




Levanta tu brazo y agarra tu mano sangrienta a la mía que despojada de ropas remendadas aupará la voluntad y la dignidad que nadie podrá quitarnos ni humillándonos. Despierta a tu nocturna mirada arrinconada de brillo, seca esa lágrima porque llegaras a sentir la humedad de los verdes prados y tus pies pisarán las mismas piedras que doblaron tus flacos tobillos.

Desoigo mucho a quien me juzga y daña, me alejo de quien me sujeta con posesión y camino con miedo pero noblemente, aspiro a la libertad leal, a lo escogido y acepto lo sobrevenido, pero en una relación no se puede aceptar el daño para siempre. Cuando denotes a una persona, escribe cada palabra y léela como si la recibieras del otro, así lograrás no descuidar el afecto. Intenta no fingir que soportas el mal porque éste crecerá y sufrirá hasta apegarse entre aquello que una el hueso a la carne y no sabrás reponerte y suplicarás con aquella frase de María Antoñeta "Sólo me queda la sangre, quedárosla pero no me hagáis sufrir". Si lograse volver atrás al tiempo del respeto y la igualdad.... Lo no vivido lo mostrará.

Siempre mi mano estará levantada, siempre empuñada, siempre alerta por si la reclamas, siempre, siempre, siempre....

Puede llegar la soledad, el silencio roto, el ensombrecido, el murmullo muerto o dormido, el suspiro, la ansiedad, el temor asustadizo y así ascender hasta la enfermedad pero jamás dejes de batallar, de persistir pues hasta en un cuerpo a tierra encontraras arena y ramas con las que pelear.