21 de febrero de 2017

Odio

Cuando duele no existe bifurcación ni desvío donde refugiar al alma, cuando ni un abrazo atenúa la ansiedad y la ida del ego es tan tirana que desmedida vaga entre lágrimas y desconcierto, entre pésimas mañanas y melancólicas noches.

Malditos desvelos que entumecidos descubren lo peor del viento, que desordena el progreso en el tiempo que crispado se apena de no frenar y apoderarse de la cordura y lo aconsejado. 

Maldito seas demonio infernal de la duda, que con el diferente silencio y el diverso lenguaje alojas en su mente mis sospechas, mis temores y los cobijas sin permitirle gritarlos y expulsarlos, dilatando el castigo injustificado que perpetúan los fuertes y sufren los débiles. 

Odio a quien canaliza el odio, a quien lo ampara entre juegos, a quien lo disculpa y respalda, a quien lo encubre pues lo agranda y lo deposita en la sociedad autorizado.

Odio a quien utiliza sus carencias y su ignorancia para esparcirse entre risas burlándose de otros, aventurándose al regocijo que debe dar destruir personas, simplificarlas hasta el punto de quitarles la autoestima y en ocasiones hasta la vida.

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