21 de septiembre de 2011

A mis hijas.




Depositaré los granos,
los de arena, muy despacio.
Besaré la estrella más lejana
para no limitar tus pies y tus manos.
Viajaré contigo por los muros levantados
y los tirarás sola, yo a tu lado.
Perseguiré al río y te indicaré el camino,
lo caminaras creciendo y madurando.

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Me cobijé de la tormenta
atormentada y casi desnuda,
pero me vistió el amor
cada mañana, él y tu mirada.
Me incliné alzando la vista
cuando la fuerza recobraba
y se levantó el ánimo
y con él la esperanza.

Capturé las palabras,
las repetí incansablemente
hasta que fueron tuyas
y del viento que las trajo a mis oídos.
Se escurrió el miedo
de entre las tripas apretadas
y se alivió el alma,
ya no está cansada.

Viviré mi vida,
tu vive la tuya
alcanzando el vapor de las nubes,
saboreando la sal de las rocas,
observando la luz que nace y muere
y te envuelve.

A mis hijas.

6 comentarios:

belijerez dijo...

PRECIOSA, chica,me resulta preciosa esta poesía.

bsitos.

nuria dijo...

¿Se puede querer más, dar más, de lo que lo haces tú? Sabes expresarlo con palabras, más sé que no son palabras, son hechos, constantes y precisos.

Te admiro y te dejas queres, guapa.

Anónimo dijo...

María, un hermoso poema donde el amor renace a flor de piel.

Te envío un abrazo poeta. Juan

Pakiba dijo...

Maria es tan hermoso que no se que decir, esto sólo puede decirlo una madre tan admirable como tu.


Un sinfin de besos.

Anónimo dijo...

MAJESTAD......GRACIAS POR LUCHAR PARA QUE TUS HIJAS SEAN VERDADERAS PERSONAS...... SON NUESTRO FUTURO.

María del Mar Bernal dijo...

Uy, uy, uy, ¿cuántas cosas bonitas? Joder sois geniales, por cierto, bienvenido Galeote.