28 de septiembre de 2013

Eso cuentan y duele oírlo.





Es ese instante paralizado que se extiende y no logras esquivar los vahos desproporcionados con los que invades el espacio que ocupa ella. Es ese delirio injusto con el que retrocedes el calendario hacia un destierro lejano, es esa soledad loca de histeria impedida y eterna, esa arena en los ojos, ese tiro errado, ese momento frenético y fugaz que una vez agotado te agota despavorido, con el ánimo desconsolado que a tumbos busca el refugio del sueño y no lo halla.

Allá no hay nada ni nadie, allá hay culpa.

Y pierdes porque has muerto a ratos.

(Eso cuentan y duele oírlo.)