28 de septiembre de 2010

Corre, corre, que llevo prisa...

Las prisas, siempre encaramadas a nosotros, desde que abrimos los ojos hasta que nos desplomamos en la cama. La prisa, la peor consejera, contribuye negativamente en nuestros quehaceres diarios, apenas la sentimos, pero está ahí, bien cerca, colándose por nuestra piel. Ella nos juega malas pasadas, es nuestra enemiga, la más traicionera, nos apuñala, nos envenena.

Desempolvando.....ahí estaba cuando la ví, con rostro desencajado, la reconocí de inmediato, mostraba esa mueca retorcida de "me alegro, estás vencida", que si...que era cierto...que me ganaba la partida.
Pero en ese instante, un punto a mi favor, ¿cuál?, ya siempre la vería, si aparecía la sentiría, si intentaba gobernarme se lo impediría.
Las prisas, mi madre siempre decía: "Vístete despacio que llevo prisa...", y, ¿las madres se equivocan algún día?, bueno si, a veces, pero ....

A Luisa no se le puede meter "bulla":

- Que llegamos tarde, aligera, venga, vístete, ¿has entrado ya en el cuarto de baño?, la maleta, ¿la has cogido?, ¿y la carpeta?, ¿te has peinado?................NO así no, ¿Ok?. Eso no funciona, la altera, la bloquea, se pierde en la segunda orden o en la tercera, no te pilla, la aceleras, la enrabietas, ¿es su culpa? NO, mea culpa.
Y es que los niños necesitan, todos, ser educados, y el educador requiere gozar de temple, energía y resistencia.
Luisa tiene que tener prevista su ropa desde la noche anterior. Existen prendas de vestir monísimas en su ropero sin estrenar, algunas las "repudia" por su tacto, color o etiqueta. Necesita elegirla, incluso al comprarla, ella. Eso incluye tiempo, paciencia, respeto y pauta.
Luisa se levanta una hora antes de su entrada al colegio, apenas queda una llamada de atención de última hora para dirigirnos al colegio, necesita despejarse, sin correr.
Luisa acude, casi siempre, salvo imprevistos, a todos los lugares relajada, y tengamos presente que si llega alterada, he sido yo quién ha cometido un error, me lo ha demostrado la observación, su demanda, su petición adecuada, !me lo dijo!, y, humana o estúpida yo, no la escuché o no supe estar a la altura de la circunstancia.
Así que intento no correr desde hace años, intento no proyectar mis exaltaciones en ella, ni las que son positivas, y ni qué hablar de las negativas. Aspiro a hallar el equilibrio emocional, para servirle de modelo en el control de sus inquietudes, sus aciertos. No sólo procuro no rebasar el límite, pretendo no acercarme ni al borde.

Y, en esas estamos, como siempre continuando... Os dejo con una de mis canciones preferidas, de las que me levantan.


"La mente abierta a un punto de vista diferente,
y nada más importa".
Metallica.

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